(Por Carlos Juárez)
09-08-2013
Hay
películas que cumplen en lo artístico y visual al abordar el tema de la magia.
La cuestión mística de sus personajes principales les ayuda a salir a flote
cuando el resultado es mediano. Hay otras que hablan de la prestidigitación o
ilusionismo, que no son magos en el sentido estricto de la palabra. En Los
Ilusionistas: nada es lo que parece, hay una enorme finta, pero al menos, los
genios de las traducciones dieron esta vez en el punto exacto.
Los
ilusionistas es el típico producto cuyo avance (tráiler) resulta más
interesante que la película misma. De cierto modo, el filme dirigido por Louis
Leterrier es reflejo de lo que mantiene vivo a Hollywood: cintas que aparentan
ser más interesantes de lo que realmente son, incluso si solo se trata de
piezas de entretenimiento. Todo es un gran truco.
No es lo
mismo ser engañado que ser embaucado, y lo que Los Ilusionistas tiene es una
certeza nunca antes vista entre lo que ofrece y el título que da nombre a la
cinta. El embuste dura casi dos horas y vende una trama que nos repite todo el
tiempo que estamos viendo mentiras. Los buenos trucos de magia son un deleite,
y no necesitamos que nos digan cómo se hace para disfrutarlos. Los guionistas
de Los Ilusionistas han de pensar que somos un público idiota al que necesitan
decirle las cosas con bolitas y palitos ante tanto deslumbrón.
Lo más triste
es que tiene un reparto multiestelar que no está a la altura de lo mejor que
les hemos visto. Michael Caine y Morgan Freeman son los más rescatables y eso
que no están ahí más que para divertirse. Mark Ruffalo tiene esa expresión de
boca abierta durante hora y media, a Jesse Eisenberg habría que verlo fuera de
su típico personaje nerd paranoico merolico para comprobar su talento, Woody
Harrelson es el cínico de siempre. En fin, muchas luces, muchos trucos para
giros de tuerca a todas luces evidentes.
Esto no es
una cuestión de inteligencia, no es un duelo para ver quién adivina de qué va
el final, porque los nudos que atan esas intrigas son tan inverosímiles como
aburridos. Hay durante el transcurso de la historia tantas intenciones por
tratar de despistar (al puro estilo de ese juego de mesa llamado “Adivina
quién”) que para cuando el “maravilloso” secreto se revela nos damos cuenta que
las explicaciones, bien, gracias, porque salen sobrando y aparentemente no
importan.
Estos
cuatro magos convocados por una mente maestra para un siniestro plan prometía,
pero son el mero pretexto porque vemos tan poco de ellos que uno no puede
evitar sentirse decepcionado cuando el disfraz cae para evidenciar la cinta de
persecuciones y cuestiones policiacas.
Tras toda la
espectacularidad que representan las participaciones de los magos en esos shows
masivos, lo que está fuera de ello funciona como programa televisivo de
revelaciones de mitos. No es que se busque el tema denso, hay cintas que
divierten sin necesidad de tanto artificio tecnológico, diálogos de relleno y
personajes tan desdibujados.
Hagamos
caso de los dichos de la película para ver de qué va esto. Si nos quedamos
cerca no veremos con claridad que hay una historia de flojera que deja claro
que Leterrier le sabe a las balaceras y los correteos, pero cuando de
desarrollar con talento historias queda como cajita de magia Borras, con los
trucos más básicos que un presupuesto millonario puede comprar.
Como
historia de suspenso es endeble y si la idea era exaltar la práctica de la
magia, el resultado no funciona, tal vez, como un ejercicio de metalenguaje
(léase el sarcasmo), el truco es mostrarnos cómo se hace el truco, es decir,
vean cómo vender algo que es mucho menos de lo que crees que ves. Como la
publicidad casi, casi.
Leterrier
se olvida de la fortaleza en el argumento, una construcción sesuda de la
tensión, entre otros detalles cinematográficos finos (y repite esta manía de
poner cámaras por todos lados para mostrar un cacahuate) y se concentra en el
efecto, en lo que se cree que se ve, en el engaño.
Circulan
notas y textos donde dicen que la “crítica” se ha “hechizado” con Los
Ilusionistas. Si es así, es triste que el efectismo funcione mejor que un
argumento con consistencia, más si pensamos que el filme está más cerca de las
“heist movies” (de robos y atracos inteligentes a gran escala) que de un relato
esotérico o que aborde el desenvolvimiento teatral y profesional del trabajo
del ilusionista.
Mágicas
reclamaciones y sorprendentes protestas, así como recomendaciones, son
bienvenidas a la cuenta de Twitter @juarezsolrac.
Now can you
se mee (2013)
Director:
Louis Leterrier.
Reparto:
Jesse Eisenberg, Mark Ruffalo, Woody Harrelson, Isla Fisher, Morgan Freeman,
Michale Caine, Dave Franco, Mélanie Laurent.
Guión: Ed
Solomon, Boaz Yakin, Edward Ricourt.
Fotografía:
Larry Fong, Mitchell Amundsen.
Comentarios
Publicar un comentario