El Conjuro y el maldito terror de ayer


Por Carlos Juárez
 
Anoten los siguientes ingredientes: una casa embrujada, objetos endemoniados, una familia asustadiza y acontecimientos paranormales. Ahora, mézclenlos muy bien y ¡tará! Tenemos otra película de terror.

Sí, El Conjuro es otra cinta que ocupa los elementos que hemos visto una y otra vez durante años en cintas del género, con una notable diferencia: tiene algo que proponer, aunque sea un compendio de experiencias de antaño.

El Conjuro no es espeluznante pero es inteligente. Por lo general, las películas de horror comerciales suelen seguir la fórmula del susto fácil, recurren a los efectos de sonido o a mostrar la cara de los monstruos para provocar miedo. El filme se toma su tiempo, se ocupa más de crear atmósferas y el resultado sobrepasa la media.

James Wan parece decidido a revolucionar el mundo del miedo en el cine, si bien no ha aportado demasiado, es quien dio punto de inicio para esa súper explotada saga de Saw, Juego Macabro. Pero ya desde ese filme se nota que el cineasta prefiere ir construyendo momentos tensos en lugar de soltar espantos y espectros por doquier.

El Conjuro está hecha como aquellas películas de terror de los 70, la cadencia y el acomodo de las piezas nos remite a cintas como El Exorcista, obvio, sin lograr sus niveles de excelencia, pero al menos respeta esa estética con secuencias muy largas, acompañadas de silencios y con segundos planos difusos. Es como un viaje en el tiempo.
 

De hecho, la historia de la familia Perron se ubica precisamente en los 70, cuando la fama de los Warren como cazafantasmas estaba en pleno crecimiento. Y ahí radican los bemoles en torno a El Conjuro. Demasiada exposición de lo que amenaza a los Warren. Quizás es porque quisieron hacerlos más empáticos, o para que no fueran una simple presencia que ahuyenta a los demonios, pero las subtramas distraen en lugar de complementar.

Sin embargo, la película cumple en su propósito de espantar, aunque por momentos no se sale de lo tradicional, el ruido incidental está presente aunque en menor medida. Lo bueno es que no hay una edición de videoclip que corte de tajo lo que ocurre. Hay una forma de filmar a la antigüita y eso es un gran mérito del director y su equipo.

Sin actuaciones destacadas, Vera Farmiga y Lili Taylor son quienes sostienen el peso dramático de lo que ocurre la casa embrujada de los Perron. Hay situaciones exageradas, la muñeca Annabelle es espantosa en comparación con el objeto original y la leyenda “basada en una historia real” que tan bien vende no es necesaria, la producción está por encima de los productos habituales.

La trama pierde interés conforme se revela el misterio que amenaza a las hijas de la familia Perron, y para cuando nos centramos en el exorcismo la película se convierte en otra historia de sonidos fuertes retumbando las bocinas con los diálogos de siempre, para darnos la puntilla con el clásico final.
 

El Conjuro tiene más cosas buenas que negativas, brinda un susto diferente al espectador, no tan fino, pero es la variedad lo que la vuelve atractiva. Es más, hasta oportunidad de darle respiro al público existe con personajes que están ahí solo para hacer reír.

Afortunadamente, hay cineastas que tratan de darle mayor peso a lo que ocurre en la vida de los personajes, más allá de revestir de efectismo al esperpento que les amenaza.

Atendemos en la cuenta de Twitter @juarezsolrac, ahí pueden depositar espantosas reclamaciones o espeluznantes cebollazos.

The Conjuring (2013)
Director: James Wan.
Reparto: Patrick Wilson, Vera Farmiga, Lili Taylor, Ron Livingston.
Guión: Chad Hayes. 
Fotografía: John R. Leonetti.
 

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