Acero Oxidable
(Por Carlos Juárez)
El hombre de acero irrumpió con toda la fuerza que le caracteriza y la verdad es que el resultado no es impactante pero sí decente.
Queda claro que la gente de DC Comics tuvo un gran acierto en involucrar a Cristopher Nolan en las cuestiones creativas que conciernen a las películas de sus superhéroes. A Batman lo colocó en un nivel muy difícil de alcanzar y para tratar de presentar una calidad alta en las adaptaciones por venir, el mismo equipo creativo se involucró en el proyecto del siempre conflictivo Superman.
Estamos ante uno de los héroes más manoseados en el mundo de la historieta. Creo que el Hombre Araña y Batman le siguen de cerca, pero el superhéroe por excelencia, hasta hace algunos años, es sin lugar a dudas el tipo que se esconde detrás de Clark Kent. Regresó para reclamar su trono en la industria del entretenimiento y tristemente no lo logró.
Vamos por partes. Zack Snyder es visualmente poderoso, sabe muy bien cómo dejarnos con la boca abierta por su paleta de colores pero más por sus excesos. Y en esta nueva versión de Superman vemos muchos. De entrada, el reparto multiestelar nos hacía pensar en una exposición breve de actores que pueden dar cosas grandes cuando se les exige. En esta historia vemos una faceta diferente del oriundo de Krypton, luchando con sus propias dudas y batallando consigo mismo, como una especie de mesías en conflicto.
Snyder y compañía oscurecieron de más al hombre de acero en busca de hacerlo más humano, menos invencible, aunque sabemos que eso es imposible (ya la misma expresión es contradictora). Henry Cavill es un Superman efectivo sin dar más, Amy Adams es exquisita como Luisa Lane, pero tampoco da los registros que le hemos visto antes. En el mismo tenor están Kevin Costner, Diane Lane, Russell Crowe y Laurence Fishburne. Si hay alguien que se lleva las palmas en lo actoral es Michael Shannon como el general Zod, pero eso es porque al equipo de Nolan le encanta hacer que sus villanos roben la atención del conflicto.
El principal problema de el hombre de acero es su estructura, esta intención de resolver las cosas pronto en beneficio del espectáculo, y claro, estamos hablando de la cinta que podría por fin poner a competir a DC contra Marvel, quienes le comieron el mandado desde hace muchas películas atrás.
Como pieza de divertimento Superman alcanza momentos agradables. Estas escenas de un Krypton en decadencia son la clara estampa de lo que Hollywood quiere para dejarnos con la boca abierta y evitar el consumo de piratería, sin embargo, al momento de hacer al héroe más complejo de lo que es, el entusiasmo se pierde y todo pasa tan rápido que el desarrollo de los personajes se queda en el suspiro.
Muy poco humor y menos alegrías aparecen en esta Metrópolis que muestra al Superman para las nuevas generaciones, con los conflictos propios de nuestros tiempos, con debates morales superfluos porque así nos está orillando a vivir la modernidad.
¿Aciertos narrativos? Los flashbacks para explicar cosas respecto al pasado de Kar-el y su linaje, los momentos kriptonianos que explican este espíritu del villano que en realidad no es tal y guiños a una posible creación de la Liga de la Justicia. Fuera de eso, hay una intención real de brindar un Superman más cercano a nosotros, pero cuando las batallas y los efectos especiales son la demanda para un producto redituable el asunto se convierte en un desastre. El hombre de acero comienza bien y termina como la mayoría de los productos que buscan el aplauso fácil.
Sigue siendo el hijo de Kryptón el vehículo ideal para exaltar los íconos del pueblo estadounidense. Ya no tiene calzoncillos que logran que su atuendo combine perfectamente con la bandera de los Estados Unidos, pero sigue estando del lado de los “buenos”, es el vecino favorito de una nación que se construyó a base de inmigrantes.
Superman es el inmigrante por excelencia, sin papeles, sin idea clara de su pasado (en determinado momento), es el fulano que adopta el american way of life, asimila la cultura del lugar y defiende a capa y espada la paz de su nuevo hogar. El mensaje sigue siendo el mismo, actualizado, sí, pero es el mismo personaje que logró en su momento hacer que los estadounidenses pensaran que la nación no iba a dejarlos solos.
La película es ambiciosa y ese es su principal defecto. Nolan y Snyder hicieron lo posible por dotar a Superman de un tono sombrío que normalmente no le va, el personaje históricamente es lo opuesto, pero el experimento se agradece, más si estamos ante el producto que significaría el punto de partida para llegar a la Liga de la Justicia.
Comentarios, sugerencias y súper vejaciones son bienvenidas a la cuenta de Twitter @juarezsolrac
¿Aciertos narrativos? Los flashbacks para explicar cosas respecto al pasado de Kar-el y su linaje, los momentos kriptonianos que explican este espíritu del villano que en realidad no es tal y guiños a una posible creación de la Liga de la Justicia. Fuera de eso, hay una intención real de brindar un Superman más cercano a nosotros, pero cuando las batallas y los efectos especiales son la demanda para un producto redituable el asunto se convierte en un desastre. El hombre de acero comienza bien y termina como la mayoría de los productos que buscan el aplauso fácil.
Sigue siendo el hijo de Kryptón el vehículo ideal para exaltar los íconos del pueblo estadounidense. Ya no tiene calzoncillos que logran que su atuendo combine perfectamente con la bandera de los Estados Unidos, pero sigue estando del lado de los “buenos”, es el vecino favorito de una nación que se construyó a base de inmigrantes.
Superman es el inmigrante por excelencia, sin papeles, sin idea clara de su pasado (en determinado momento), es el fulano que adopta el american way of life, asimila la cultura del lugar y defiende a capa y espada la paz de su nuevo hogar. El mensaje sigue siendo el mismo, actualizado, sí, pero es el mismo personaje que logró en su momento hacer que los estadounidenses pensaran que la nación no iba a dejarlos solos.
La película es ambiciosa y ese es su principal defecto. Nolan y Snyder hicieron lo posible por dotar a Superman de un tono sombrío que normalmente no le va, el personaje históricamente es lo opuesto, pero el experimento se agradece, más si estamos ante el producto que significaría el punto de partida para llegar a la Liga de la Justicia.
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