Crítica: Percy Jackson y el Ladrón del Rayo

En la corriente de cine basado en la literatura fantástica para adolescentes que se ha generado en los últimos años a partir de la realización de la versión cinematográfica de Harry Potter, encontramos un nuevo título: Percy Jackson y el ladrón del Rayo, adaptación del primer capítulo de la saga de novelas Percy Jackson y los dioses del Olimpo de Rick Riordan, en la que un joven semidiós hijo de Poseidón, debe enfrentarse a las criaturas mitológicas en un aventura por distintas ciudades norteamericanas en compañía de un sátiro y una guerrera, para salvar a su madre y encontrar al verdadero ladrón del rayo de Zeus. 

Precisamente es Cris Columbus el director de la primera entrega del niño mago, quien dirige esta cinta que aunque no tiene la misma calidad de efectos y estética de Harry Potter, resulta al menos entretenida y redonda en su historia de viaje de descubrimiento personal de Percy, quien descubre su identidad de semidiós y lo que esto implica, aunque sin mucho aspaviento ni preparación y de una forma poco sorpresiva para el protagonista. Lo importante es la aventura tipo rally de elementos fantasiosos que lo llevarán en cadena a rescatar a su madre quien se encuentra prisionera nada menos que de Hades, el dios del inframundo. Particularmente entrañable es que la puerta del infierno quede justo detrás del letrero de Hollywood en California y la puerta al Olimpo de los dioses, en el último piso del edificio Empire State de Nueva York. El gran acierto de la cinta lo constituye su elenco encabezado por Pierce Brosnan como Quiron el centauro, Uma Thruman como Medusa, Rosario Dawson como Perséfone la esposa de Hades, Sean Bean como Zeus y quien interpretara a Boromir en la saga de El Señor de los Anillos, además de Catherine Keener y Joe Pantoliano como los padres mortales de Percy. Solo se extraña el desacierto de no presentar de una manera más ceremoniosa a los 12 dioses del Olimpo ya que solo destacan unos pocos y los demás parecen rellenos.

Igualmente interesante aunque poco original es la estructura clásica del teatro griego de los 3 actos, tomando en cuenta que de hecho se trata de una historia moderna basada en la mitología griega. Son pocos los aportes de la actualidad en la cinta que incluso dan la impresión quizás de una crítica al exceso de tecnologización de la sociedad, cuando por ejemplo se usa el reverso de un Ipod como espejo, en una historia donde los poderes sobrenaturales y las espadas son lo que cuentan. También un pequeño chiste sobre la crisis económica mundial da cuenta de la intencionalidad de regreso a lo básico y de crítica al deterioro social. Sin embargo la trama es predecible y simplista además de no ahondar en las emociones humanas, muy al contrario de lo que plantea toda la mitología griega en las relaciones de los dioses con los humanos, siempre tan llenos de defectos y signados por el destino impuesto desde el Olimpo. Hay más complejidad al respecto en las sagas de Potter y Narnia, en Percy Jackson predominan la acción y el efectismo. Siendo una película basada en una serie literaria, ya se habla del comienzo del rodaje de las secuelas para este año, en un franco intento por competir en el mercado de productos cinematográficos para adolescentes.

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